15.12.08

Si yo fuera un gato /dubi dubi dubi / lara lara la la

Platicaba con Mar en el messenger lo odioso que me parece el fin de año y las fiestas decembrinas en general, me preguntaba por qué odiaba tanto el fin de año y le respondí que era un mes lleno de gastos, de reuniones a veces desagradables, de hipocrecía, de cenas y festejos que hacen engordar, de visitas familiares, de más hipocrecía, de gastos otra vez, de espantosas películas navideñas todo el mes y de Jesus el Cristo el 24 (o 23), de días aburridos con comida más costosa que de costumbre y cosas por el estilo.
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Ahora, lo peor es que se ha vuelto una moda la -antinavidad-: así que tenemos ordas de inteligentísimos seres humanos que van por ahí diciendo que la navidad apesta (todos del Jet Set, claro). Entonces, si uno odia mesuradamente estas festividades (pero ansía la cena de fin de año del trabajo) se está a la vanguardia, si le repudia un poquito darse regalos y el "mercantilismo" de la noche buena (pero añora le regalen un Ipod, Xbox, o PS3), ya está, eres uno de ese selecto grupo de personas que "sí piensan", y se dan cuenta que detrás de todo el discurso navideño no hay más que dispositivos psíquicos del poder para generar más y más dinero.
Eso es más atroz que la navidad misma: ser un "intelectual", "postmoderno" "erudito" o [coloque su frase aquí] nada más porque te zurra la navidad, y dices "la navidad es un negocio"; cuando habemos personas que en verdad nos molesta, y no porque sea un asunto de conflagración capitalista, sino porque no tenemos para gastar en esas cochinadas capitalistas y porque no hay deliciosa cena y, lo más importante, porque no tenemos lindas y maravillosas vacaciones en un lugar donde sí hay nieve y no una pista de hielo en el zócalo (¡Gracias por cumplir mi sueño, Ebrad!)
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Y se me ocurría que si hay un día en el que se celebra el nacimiento de Cristo y hasta un día del padre (¡ja!), debería haber un día internacional del gato, que según sé no hay.
Ese día todos le daríamos delicias de comer a los mininos, ¡y pobre de aquel que golpeara un gato!, directo a la hoguera. Entonces Mar preguntó por qué de los gatos y no de los perros o de algún otro animal; le respondí que los gatos están por encima de todas las especies, incluída la humana, y estas son las razones -reales- de ello:
  • Están cubiertos de suave y reluciente pelo; excepto la raza Sphynx, pero no creo que esos sean gatos en realidad, igual que no creo que todas las razas humanas sean humanos de verdad [¡¡James Watson dixit!!]
  • Son muy ágiles
  • Tienen orejas puntiagudas y están esponjositos
  • Poseen una larga cola que pueden ondear finamente por ahí; menos la raza Bobtail, pero tampoco creo que sean gatos, igual que no creo que todos mis conocidos sean seres pensantes [eso sí lo digo yo].
  • Tienen garras afiladas para destrozar los sillones
  • Y lo más importante: Pueden lamerse los genitales con su raspocita lengua... ¡y no parece que les duela!

Sí yo fuera un gato... qué triste es mi destino.
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Luego, volví al mensajero después de escribir todo las idioteces decembrinas de arriba y leí en la conversación con Mar algo como esto:

Mar: A mí lo que me molesta así es el Día del amor y la amistad
Mar: Eso sí lo odio.

Reí mucho al verlo e imaginar su gesto de asco. Con razón nos llevamos tan bien...

3.12.08

De guajes, de mole y de rajas con queso.

Creo que ya había dicho que estaba en la Unam, pero lo que estoy seguro que no había dicho es que estos morros del salón son la pura onda, aunque nos vemos cada 8 días (y a veces cada 15), son re-animosos y les encanta echar trago; con los que he charlado (que son casi todos) tienen muy buena plática y va más allá del futbol, los realitys o el porno. Así que hablamos de la escuela, de lo que pasa en el país, de comida, despotricamos contra Armando Martínez Leal (¡Sí, contra ti, maldito nazi!) y también decimos idioteces, tal y como debe ser. Qué pereza si alguien(es) sólo hablara de libros, o de política, o de futbol, o de porno (aunque... si tuviera una compañerita voluptuosa que hablara todo el tiempo de porno y se tocara los pezones mientras me cuenta de la nueva peli xxx de su hermana gemela, no me quejaría nada nada, y menos si dijera: "¡oh sí, papi!" cada vez que le rozara el hombro). Me cae bien la gente que ve porno.
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Entré al correo de gmail y descubrí que tenía de hace un tiempo un par de comentarios en dos de los popurrís. ¡Grata sorpresa! yo pensaba en cerrar definitivamente este asunto del blog porque, si nadie lo leía no me daban ganas de escribir y si no me daban ganas de escribir nadie leía. Complicado círculo virtuoso (ahora le dicen así a esas patológicas referencias circulares, ¿no?), lo sé. Así que, luego de estar enfrascado en esta enfermiza cinta de Moebius alguien tuvo la decencia (o indecencia, porque no sé si sea decente leer este blog) de poner un comentario y me hizo el día; me dieron ganas de volver a escribir porque, como ya lo dije, sólo escribo si alguien lee. Eso pasó precisamente en este aburrido, mezquino, soporífero, somnífero, cruento, nefasto, pestilente y sobreadjetivado día. Y aunque sé que la sintaxis es extraña porque hoy estoy con una sinapsis singular, nadie podrá decir que no hago un esfuerzo en escribir aunque sean muchos adjetivos que no dicen nada (sustantivos también).
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En la barra lateral hay un comentario fabuloso al libro de la semana que, en verdad, debe ser leído. Las puertas del paraíso es el éxito de la semana. No me haga caso y léalo usted mismo, seguramente su criterio es más pulido que el mío... ¿qué se puede esperar de un onanista lector de ciencia ficción y asiduo visitante de las bases de datos de pornstars?
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Mente en blanco, líneas en blanco.
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¡Vámonos el sábado al UTA! Qué extraño me pareció saber que UTA significa Unión de Trabajo Autogestivo, extraño y en realidad bastante grato; si en verdad es autogestivo, es una maravilla; un lugar singular, buena música, gente distinta y grandes miras a la pluralidad.
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Por cierto, el título hace referencia a los tamales que venden cerca de mi casa, en la Calle Nacional y que son los mejores tamales de la historia por sólo 7 pesos. Hay unos de guajes con una pata de cerdo, ¡una pata de cerdo entera! es casi como comer la carne de Cristo. Qué delicia.