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Ahora, lo peor es que se ha vuelto una moda la -antinavidad-: así que tenemos ordas de inteligentísimos seres humanos que van por ahí diciendo que la navidad apesta (todos del Jet Set, claro). Entonces, si uno odia mesuradamente estas festividades (pero ansía la cena de fin de año del trabajo) se está a la vanguardia, si le repudia un poquito darse regalos y el "mercantilismo" de la noche buena (pero añora le regalen un Ipod, Xbox, o PS3), ya está, eres uno de ese selecto grupo de personas que "sí piensan", y se dan cuenta que detrás de todo el discurso navideño no hay más que dispositivos psíquicos del poder para generar más y más dinero.
Eso es más atroz que la navidad misma: ser un "intelectual", "postmoderno" "erudito" o [coloque su frase aquí] nada más porque te zurra la navidad, y dices "la navidad es un negocio"; cuando habemos personas que en verdad nos molesta, y no porque sea un asunto de conflagración capitalista, sino porque no tenemos para gastar en esas cochinadas capitalistas y porque no hay deliciosa cena y, lo más importante, porque no tenemos lindas y maravillosas vacaciones en un lugar donde sí hay nieve y no una pista de hielo en el zócalo (¡Gracias por cumplir mi sueño, Ebrad!)
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Y se me ocurría que si hay un día en el que se celebra el nacimiento de Cristo y hasta un día del padre (¡ja!), debería haber un día internacional del gato, que según sé no hay.
Ese día todos le daríamos delicias de comer a los mininos, ¡y pobre de aquel que golpeara un gato!, directo a la hoguera. Entonces Mar preguntó por qué de los gatos y no de los perros o de algún otro animal; le respondí que los gatos están por encima de todas las especies, incluída la humana, y estas son las razones -reales- de ello:
- Están cubiertos de suave y reluciente pelo; excepto la raza Sphynx, pero no creo que esos sean gatos en realidad, igual que no creo que todas las razas humanas sean humanos de verdad [¡¡James Watson dixit!!]
- Son muy ágiles
- Tienen orejas puntiagudas y están esponjositos
- Poseen una larga cola que pueden ondear finamente por ahí; menos la raza Bobtail, pero tampoco creo que sean gatos, igual que no creo que todos mis conocidos sean seres pensantes [eso sí lo digo yo].
- Tienen garras afiladas para destrozar los sillones
- Y lo más importante: Pueden lamerse los genitales con su raspocita lengua... ¡y no parece que les duela!
Sí yo fuera un gato... qué triste es mi destino.
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Luego, volví al mensajero después de escribir todo las idioteces decembrinas de arriba y leí en la conversación con Mar algo como esto:
Mar: A mí lo que me molesta así es el Día del amor y la amistad
Mar: Eso sí lo odio.
Reí mucho al verlo e imaginar su gesto de asco. Con razón nos llevamos tan bien...