10.12.10

Con la desgracia del mundo volvió la tristeza

Bien a bien no recuerdo cómo volví a escuchar a Antony, sólo tengo presente el fin de semana en el que luego de estar en DF, no ir a la universidad y haberme nulificado con un PS3, volví a Cuenavaca acompañado por Púrpura, en una nube de sueño, culpa, angustia y melancolía.

Llegué a casa en el momento que no es ni día ni noche, con tanta tristeza como hacía mucho no. Me sentí abatido, desdibujado, sufriente... uno de los desterrados hijos de Eva, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.

Así que no pude hacer nada más que extender e intensificar ese estado, y escuché hermosas canciones que me produjeron bellos, atroces e intensos sentimientos. Uno de ellos fue Antony & the Johnsons, que se convirtió en el maltrecho himno de mi poliomelítico fin de semana.

Dormí, lloré, canté, volví a llorar y me sumergí entre sábanas y cobertores... "desolación y muerte a toda la humanidad" pensaba una y otra vez. Y es que, luego de observar detenidamente lo que pasa a mi al rededor, no pude sino dolerme; es como si me hubiese hermanado con el grito de todos los sufrientes, de todos aquellos que padecen la inclemencia de lo existente.

Algo similar a aquel lluvioso día en Guerrero en que, dentro de una iglesia, pude imaginarme en una época de peste, invaciones y hambrunas, siendo un fiel creyente de la Cristiandad y su reino que no es de este mundo.

1 comentario:

El 21 dijo...

La pura vibración del corazón y la conciencia universal...