-Pausa-

Estos últimos días no tengo nada qué decir. Me he sentido enfermo, con el cuerpo como un extraño a mí y con la mente vuelta una entropía. Estoy buscando el remedio a los males, a las angustias que aquejan mi existencia. 

Quisiera escribir una entrada sobre los blogs fotográficos, otra de una conversación con unos amigos, otra con el análisis que tanto deseo de Maniquí, decir lo que se debe decir sobre el estúpido tiradero en Loma de Mejía y muchas cosas más... sin embargo parece que todo se me ha congelado en el cerebro y cristalizado en las manos; en lugar de flexionarse y escribir, los dedos se crispan y se rompen. 

Algo anda mal, mi cansino aspecto lo revela. No tengo deseos de burlarme de la vida, ni reírme del mundo, la novela que leo se me presenta sosa y la música que escucho parece disonante.

Estoy mudo y no puedo siquiera enunciarme... el autor ha perdido autoridad y ahora el personaje tiene en la identidad una fractura. Estoy sin casa y mi casa no es el logos.

Por todo esto es que me doy unos días de respiro; un hasta luego para no decir a-dieu.

Con su permiso.